Por motivos familiares, pasé recientemente varias semanas en Estados Unidos—el periodo más largo que he pasado allí de forma continua en décadas.
Aunque Madrid sigue siendo mi hogar y el lugar donde más me gusta estar (cuando no estoy visitando a mis nietos en São Paulo o Luxemburgo), esta estancia me brindó una oportunidad inesperada: sumergirme de nuevo en la cultura estadounidense, especialmente desde la perspectiva del mercado inmobiliario.
Lo que más me llamó la atención fue el contraste entre la visión estadounidense y la española sobre el sector inmobiliario—tanto a nivel personal como profesional.
En Estados Unidos, la inversión inmobiliaria se percibe como un camino accesible para cualquier persona dispuesta a aprender los principios básicos. Existe una creencia arraigada de que, independientemente del nivel de ingresos o del origen social, cualquiera que tenga determinación y conocimientos financieros puede empezar a construir una cartera de propiedades, incluso comenzando con una operación “no money down” en una zona modesta.
Esta mentalidad de «sweat equity»—es decir, invertir el propio tiempo y esfuerzo físico para generar valor—es algo que rara vez se observa en España.
Esta actitud nace de una aspiración más amplia: utilizar el sector inmobiliario como herramienta para lograr independencia financiera. No solo generar riqueza, sino libertad frente al empleo o al Estado.
Factores que facilitan esta cultura en EE.UU.
✅ Menores barreras de entrada
Los costes de transacción son más bajos y la fiscalidad es más flexible. No existe la carga inicial del “alta de autónomo” con cuotas mensuales antes de generar ingresos.
✅ Acceso a información
Los datos sobre barrios—ingresos, demografía, tendencias—están fácilmente disponibles, lo que permite tomar decisiones informadas.
✅ Normativas urbanísticas más flexibles
Los emprendedores pueden adaptar propiedades con muchas menos restricciones que en España.
✅ Acceso al crédito
Los inversores en EE.UU. tienen acceso tanto a financiación bancaria como a capital privado, incluso sin grandes ahorros. Hay riesgo, sí, pero también oportunidades reales.
En España, el sector inmobiliario aún se asocia a patrimonios elevados o inversores institucionales. La burocracia, la regulación y la falta de formación práctica dificultan enormemente el acceso a quienes parten desde cero. No existe una cultura educativa accesible en este ámbito ni un verdadero impulso al emprendimiento a pequeña escala.
En RS Bersy Gestión 2002, creemos en generar oportunidades a través del sector inmobiliario. Ojalá algún día España implemente reformas que faciliten a más ciudadanos construir su propio futuro con esfuerzo y visión—no solo heredar oportunidades, sino crearlas.
Hasta entonces, regreso a Madrid con gratitud—y con un renovado respeto por la energía emprendedora que define el mercado inmobiliario estadounidense.
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